Hace unos
días, por esas cosas circunstanciales de la vida, me enteré que funcionarios
del gobierno ecuatoriano, los llamados socialistas del siglo 21, promocionaban
en la Asamblea Constitucional su deseo de regularizar más agresivamente las
sanciones en contra de las llamadas “injurias” en las comunidades o redes
sociales de internet.
Entre otras
razones, dichos burócratas mencionaban que, considerando la popularidad y
amplitud de redes como “Facebook” o “Twitter”, el “daño moral” causado por las
“injurias” expresadas en dichas comunidades podía ser mucho peor que los
señalados en periódicos y demás medios convencionales.
Debo señalar
que estoy en contra de cualquier forma de violencia que atente la integridad de
las personas, pero, también creo que estamos viviendo épocas bastante raras y
complicadas, en donde asuntos baladíes son tratados de manera draconiana,
mientras que aspectos extremadamente graves son tratados de manera
irresponsable sobre la base de un humanismo degenerado.
Considero
que el intento del Gobierno de Rafael Correa de perseguir y castigar a través
de regulaciones más severas las “injurias” cometidas en los diferentes espacios
de internet, tarde o temprano, terminarán siendo usadas para perseguir a las
personas que, opinando responsablemente, se atrevan a cuestionar las
aberraciones cometidas, ora por los políticos de turno en el poder, ora por los
miembros de la burocracia pública dorada.
El hecho de
reglamentar y penalizar el libertinaje verbal en internet con el cuento de que
solo se pretende sancionar la “injuria”, es una falacia a través de la cual se
pretende atentar contra la libertad de expresión de los ecuatorianos, pero más
aún, pone en riesgo la seguridad e integridad de todos los ecuatorianos que
cometan la audacia de escribir en un blog o página de Internet sobre temas políticos,
sociales y económicos.
No creo
equivocarme cuando digo que, en términos de libertad de expresión, hay un antes
y un después de Internet, un hecho histórico ciertamente. La red virtual
destruyó el monopolio de la comunicación que estaba en manos de los medios
conservadores y socialistas, literalmente en todo el mundo. Por lo mismo,
Internet se ha constituido en un icono de la Libertad de Expresión.
Gracias al
Internet personas como Yo, que estamos vetadas o censuradas de los medios
tradicionales, públicos o privados, simplemente porque decimos lo que pensamos,
podemos a través de herramientas como los blogs o las comunidades de videos de
la red virtual expresarnos sin más limitantes que el tiempo y nuestras
singulares percepciones.
Los grupos
sociales, políticos y económicos conservadores tienen sus corporaciones
mediáticas, a través de las cuales, expresan sus intenciones y opiniones. Los
sectores sociales y políticos socialistas tienen sus propios medios, además de
los públicos, para formular sus comentarios y desarrollar sus agendas de grupo.
Pero, personas como Yo, solamente tenemos Internet para expresar nuestras
opiniones públicamente, de manera que cualquier legislación ambigua afectará
seriamente nuestra libertad de expresión.
Para
entender el ataque aleve en contra de la seguridad, integridad y libertad de
los ecuatorianos que significará esta nueva regularización punitiva debemos
entender que en el Ecuador existe un sistema judicial no precisamente justo,
eficiente y efectivo. Si bien es cierto que los políticos profesionales y la
burocracia dorada se desgañitan hablando de la
“igualdad de los ecuatorianos”, la verdad es que tal igualdad no existe,
la principal prueba de aquello radica precisamente en el hecho mismo de
promocionar incansablemente dicha supuesta igualdad. Entonces, en un país donde
los únicos que tienen voz son los medios corporativos conservadores y
socialistas, en una nación donde no existe justicia, ni tampoco igualdad de
oportunidades, en un ambiente social donde se imponen percepciones subjetivas,
interesadas y maliciosas de una falsa realidad, las reglamentaciones que
supuestamente pretenden castigar los exabruptos, lo único que hacen es
incrementar los abusos, las injusticias y las inequidades, en contra de los
civiles que no tienen, ni quieren tener padrinos.
Un ejemplo
palmario de la realidad nacional se dio hace escasos días, me refiero
específicamente al incidente entre el cantautor Jaime Guevara y el líder del
socialismo bolivariano, el presidente Rafael Correa. Según versiones de prensa,
Guevara, a quien algunos identifican con la ideología anarquista, mientras
otros lo señalan más apegado al socialismo, habría estado caminando por las
calles de Quito, de repente se habría percatado que por la calle circulaba la
caravana presidencial motorizada. El momento en que los vehículos pasaban junto
a Guevara, éste, habría levantado su brazo blandiéndolo en la forma de gestos
que, popularmente, se consideran insultantes. La caravana se detiene, y
entonces, de uno de los vehículos sale abruptamente el presidente Correa y de
manera furibunda, según testigos, siempre flanqueado por la guardia
presidencial, se dirige hacia donde está
Guevara, lo increpa e invita a darse de puñetes y según declaraciones del
cantautor le insulta diciéndole: “borracho marihuanero”. Días después, en la
tradicional sabatina, Correa se refiere al incidente con Guevara, y cuenta su
versión, a la que incluye una serie de descalificaciones sin sentido. Pero,
volvamos al momento del incidente, luego de que Correa le expresa sus “aprecios”
al cantante “del dedo y codo anarquista”, se vuelve al vehículo y se marcha,
mientras Guevara permanece retenido en la calle; por fortuna, para la seguridad
y tranquilidad de Guevara, finalmente es invitado a retirarse.
Pero,
analicemos un par de aspectos que merecen ser considerados. Una persona algo
suspicaz se preguntaría: ¿cómo sabía Correa que Guevara estaba borracho y
drogado?; e incluso, ¿cómo sabía Correa que los gestos de Guevara estaban
dirigidos a él?; y Yo añadiría, ¿la reacción de Correa es la conducta propia de
un estadista respetable? Yo creo que no. Las declaraciones realizadas por
Correa en el espectáculo político del sábado, confirmarían la aseveración de
Guevara en el sentido de que el líder de los socialistas bolivarianos lo habría
tachado de “borracho y marihuanero”. Ahora bien, existe un axioma que dice, “a
confesión de parte, relevo de pruebas”. Pero entonces, surge una duda, por qué
un determinado caso que debería tratarse de una determinada manera si el
implicado es una persona común y corriente, se lo concibe de una manera diferente
cuando se trata de una persona considerada por el Estado como “very important
person”, cuestiono esto porque, si Guevara hubiese calificado públicamente a
cualquier miembro del gobierno de los socialistas bolivarianos con las
expresiones “borracho marihuanero”, de manera injusta, muy posiblemente estaría
afrontando las consecuencias de aquellas injurias; lo cual me lleva a concluir
que según la lógica sui géneris de los socialistas del siglo 21 toda persona
que insulte a un socialista bolivariano debe ir preso, pero cuando un
socialista del siglo 21 ofende, injuria o calumnia, no solo que sus abusos
quedan impunes, sino que, además, tienen opción a menospreciar y zaherir al
infeliz injuriado. Por lo mismo, es en esta realidad notoriamente absurda e injusta
que tiene que analizarse la ley que pretende castigar los excesos verbales en
las comunidades de Internet.
En mi
opinión, las sanciones de las “injurias
calumniosas” no deberían tener la agresividad que actualmente tienen en el
Ecuador, es decir, cárcel y potenciales indemnizaciones millonarias, de buenas
y primeras, sino que, deberían existir opciones basadas en la razón y el buen
juicio, que no mercantilicen la reputación de las personas, o constituyan
herramientas represivas y terroristas dirigidas a perseguir a quienes piensan u
opinan diferente a las versiones comúnmente establecidas o sacramentadas.
Los
burócratas dorados nos dicen que simplemente están planteando regulaciones que
son normales en países como Estados Unidos o Reino Unido, donde cualquiera que
insulte al presidente va preso; lo cual es muy pintoresco, pues, los mismos
socialistas del siglo 21 que cuestionan fervientemente, de manera pública, al
imperialismo capitalista mundial, esos mismos, justifican las prácticas fascistas
que los políticos de otros países utilizan en contra de sus propios habitantes;
es decir copian lo malo; en cambio, se abstienen de seguir el buen ejemplo de
otras naciones desarrolladas cuyos sistemas judiciales sin ser perfectos son
óptimos, o de sociedades ejemplares que gozan de excelentes sistemas de salud
públicos y que disponen de eficientes y efectivos sistemas de educación.
Pero, contra
quién están realmente dirigidas las sanciones relativas a las injurias por
Internet; ¿acaso contra esa enorme jorga de insultadores, que se esconden
generalmente detrás de uno o mil seudónimos, y que abarrotan redes sociales
adocenadas y ambiguas como Twitter y Facebook?; o, ¿están dirigidas contra las
personas que dan la cara y escriben con su nombre propio, en páginas web de
opinión, o en blogs individuales?
Pero, ¿quiénes
han demostrado ser los principales interesados en imponer este nuevo paquete de
leyes punitivas a la sociedad ecuatoriana?; pues, interesantemente, los
políticos tradicionales y algunos burócratas dorados. La sociedad civil en
ningún momento se ha acordado siquiera de las verbosidades grotescas que
mutuamente se escupen amantes y detractores del socialismo del siglo 21, en el
ciberespacio. No, no es el pueblo ecuatoriano el que exige sanciones a las
injurias en Internet, son los políticos y los burócratas dorados los que demandan
condenas severas, no contra la gavilla de miserables que se esconden detrás del
infame anonimato que les ofrece un seudónimo estólido y descarnado, sino,
contra las personas que con razón o sin razón, por intereses morales o
licenciosos, se atrevan a cuestionar los abusos del autoritarismo totalitario
de los políticos de turno en el poder.
En mi
criterio el asunto está sentenciado, Correa y los socialistas del siglo 21
tienen mayoría en la Asamblea, pero más aún, muchos de los asambleístas
conservadores, supuestamente opositores al gobierno del socialismo del siglo 21
se han mostrado de acuerdo con las regulaciones y reformas propuestas, de
manera que, las sanciones serán un hecho a corto plazo. Las personas que opinen
en su blog o página web deberán atenerse a las consecuencias que significará
escribir en Internet, a diferencia de las manadas y manadas de insultadores
anónimos que continuarán injuriando con absoluta impunidad. Así están las cosas
en el Ecuador, a inicios de la segunda década del siglo 21; que le vamos a
hacer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario