viernes, 16 de agosto de 2013

Rafael Correa y la explotación petrolera en parque Yasuní.



El día de ayer, 15 de agosto del 2013, a eso de las 8 de la noche, el presidente ecuatoriano Rafael Correa, a través de una cadena nacional de televisión exponía sus razones, según las cuales el proyecto Yasuní – ITT (Ishpingo, Tambococha, Tipitutini), había fracasado.

Fiel a su estilo ampuloso y melodramático, Correa culpó a todos por la imposibilidad de recaudar los alrededor de $7.200.000.000 que supuestamente servirían para impedir que el bosque selvático del Parque Nacional sea hollado por la explotación petrolera. Enseguida, justificó la explotación petrolera en el Yasuní con el cuento de que aquellos dineros que ya no eran los $7.200.000.000, iniciales, sino, $18.000.000.000.000, servirían para acabar con los problemas tercermundistas del Ecuador.

Luego, conocedor de su influjo en la Asamblea, pues su partido tiene mayoría, tácitamente ordenó a los asambleístas de Alianza País, para que comenzaran los trámites legales y burocráticos a efectos de iniciar lo más rápido posible con el históricamente señalada plan B, es decir la explotación del petróleo enterrado en el parque Nacional Yasuní. Finalmente, arremetió con la consabida verborrea virulenta contra todos aquellos, que por las razones que fueran, cuestionaran su decisión, tachándolos con términos ofensivos, infamantes e injuriosos.

Ahora bien, respecto de este asunto quisiera señalar las siguientes cuestiones, reflexiones y pensamientos.

Inicio diciendo que si analizamos objetivamente el cuento chino “Yasuní – ITT” que nos vendió Correa y sus sátrapas seudo ecologistas llegaremos a la conclusión de que la suerte del Parque Nacional estuvo echada desde un principio, y es que como se recordará cuando Correa planteó la posibilidad de no explotar los yacimientos petroleros en el Yasuní, concomitantemente impuso el ominoso plan B, es decir, la extracción de aquel petróleo. De manera que el plan B se constituyó en una especie de espada de Damocles que pendía sobre la reserva ecológica ecuatoriana, una suerte de chantaje vil, es decir, o “me dan los $7.200.000.000, o la reserva natural marcha”. Vaya manera de negociar.

Un aspecto que en principio resulta incomprensible es, por qué Correa planteó un proyecto en el que realmente no creía, es decir, para que emprender en un proyecto de protección ambiental, cuando está por demás claro que las prioridades para Correa y sus socialistas del siglo 21 son completamente contrarias a cualquier forma de respeto a los ecosistemas nativos. Sin embargo, la explicación es muy simple, todo pasa por aparentar lo que no se es, es decir aparecer como ecologista cuando en realidad se es un humanista absolutista. Con el discurso a favor del Yasuní, Correa se ganó las simpatías de buen número de ecuatorianos que vieron en la protección de aquel rincón nativo, único en el mundo, una causa justa. Podríamos resumir el asunto con una expresión muy común en los políticos profesionales: demagogia.

Analicemos las excusas vinculadas con el aspecto social y económico. Se dice que los 7.200.000.000 que como mencioné ya no son tales, sino que ahora resultan ser 18.000.000.000, servirán para acabar con todos los problemas de salud, educación, empleo y vivienda de los ecuatorianos. Pero, los antecedentes nos dicen que desde que se empezó a explorar, producir y exportar petróleo, aquel recurso no ha servido para solucionar los problemas más acuciantes de la mayoría de los ecuatorianos. El gobierno de Correa durante 6 años, gracias al aumento de las tarifas del barril de petróleo, ha contado con ingresos que los gobiernos populistas y conservadores del pasado jamás soñaron, y sin embargo, la realidad del país, para los pobres e indigentes no ha variado mayormente, la principal prueba de aquello, es el creciente monto de los recursos económicos del “bono de la miseria” que se  entrega a muchos ecuatorianos. Mientras los socialistas del siglo 21 hablan de una supuesta reactivación económica, los beneficiarios del “bono de la miseria” se incrementan. Mientras el discurso de los socialistas del siglo 21 dice una cosa la realidad y las evidencias demuestran otra. Por lo mismo por qué deberíamos creer que efectivamente los, $7.200.000.000, o 18.000.000.000 serán usados para generar empleo, prosperidad y bienestar, y de esa manera reducir a niveles marginales el número de beneficiarios del “bono de la miseria”. Podemos creer en un personaje que durante 6 años nos vendió el cuento del Yasuní, para luego, con explicaciones propias de un político ortodoxo, hacer todo lo contrario. No creo que se pueda confiar en “patriotas” de ese calibre.

Según datos históricos, el Parque Yasuní fue considerado reserva natural desde 1979. Desde ese entonces, los seguidores del conservadurismo mercantil  vieron con codicia los recursos petroleros asentados en aquella zona de riqueza ecológica inconmensurable, pero, ninguno de los gobiernos conservadores se atrevió a considerar la posibilidad de explotar en aquellos lugares sagrados, pero eso cambió cuando asumieron el poder los seguidores del socialismo del siglo 21. Increíblemente, Correa y sus socialistas del siglo 21 han conseguido hacer lo que los conservadores mercantilistas jamás osaron, explotar los recursos petroleros del  Yasuní.

Se dice que actualmente las técnicas petroleras impiden que el daño ecológico sea agresivo y brutal como en tiempos de la Chevron-Texaco. Pero, aquellas declaraciones interesadas, chocan con la verdad del caso Golfo de México y la Brithish Petroleum, verdadera catástrofe ecológica. Se dirá que las circunstancias son diferentes, nos dirán que se va a nombrar comisiones y veedores que vigilen que no se cometan abusos, pero, lo cierto es que no existe explotación de petróleo sin polución, es decir, la explotación petrolera por definición, es contaminante, y quien asevera lo contrario es simplemente un grandísimo mentiroso.

De manera graciosa Correa señala que la verdadera contaminación no pasa por la exploración, explotación y producción petrolera sino por la industrialización y uso diario que se hace de los derivados de los combustibles fósiles, es decir a través de las emisiones de los gases tóxicos generados por la combustión de los derivados petroleros. Pero, ¿aquella explicación no es acaso una razón más para mantener el petróleo bajo tierra?

Sin duda que para justificar la explotación petrolera en el parque ecológico se  vendrá una campaña infamante y feroz contra todos aquellas personas que se atrevan a opinar a favor de la protección de la Reserva Natural Yasuní. Los medios públicos y privados afines al régimen del Gobierno de Rafael Correa iniciarán una campaña publicitaria de desprestigio en contra de todos aquellos que tengan la audacia de criticar el humanismo desquiciado de los socialistas del siglo 21; los medios pro-Alianza País, e incluso los medios conservadores, que están de acuerdo con la explotación del Yasuní adularán incansablemente la decisión de Correa en tanto censurarán, ignorarán o atacarán las opiniones de aquellos que consideran debe priorizarse la riqueza ecológica antes que la explotación petrolera.

Recuerdo que hace 6 años, en un canal de televisión vinculado con los intereses de la partidocracia conservadora de la época, un locutor mediocre y servil, refiriéndose al dilema que ofrecía el petróleo del Yasuní, expresó la siguiente frase disparatada: “si para explotar el petróleo del Yasuní, hay que matar a los pajaritos, pues entonces, hay que matarlos”. Aquel locutor miserable, argüía que todos esos recursos servirían para sacar al Ecuador del tercer mundo y llevarlo al nivel de los países desarrollados; es decir, las típicas explicaciones engañosas del conservadurismo mercantilista. El problema es que la historia nos ha demostrado que luego de la extracción contaminante, al final, ni progreso ni ecosistema, pero, sí polución. Tristemente en el Ecuador del siglo 21, siguen sucediendo las mismas cosas que ocurrían en el siglo 19 y en el 20, es decir, en el Ecuador todo está en venta, solo es cuestión de poner un precio. El caso Yasuní-ITT así lo demuestra.


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