jueves, 18 de julio de 2013

Prensa libre e independiente: ¿Utopía o mito?



A propósito del enfrentamiento entre el Gobierno del presidente ecuatoriano Rafael Correa y la prensa corporativa conservadora, pleito que por cierto demuestra una realidad social que avergüenza a la sociedad ecuatoriana, surgen sin embargo, una serie de verdades que merecen ser consideradas y analizadas; entre éstas, por ejemplo, la paradoja de la prensa corporativa libre e independiente.

Desde siempre nos han vendido la idea de que la prensa corporativa es el quinto poder del Estado, por su influencia, en especial en la Opinión Pública, pretendiendo racionalizar la idea de que la prensa corporativa debe inmiscuirse en la propia gestión del Estado. Los “dueños de la verdad” nos han impuesto el cuento de que sin prensa libre no existe democracia; pero, realmente existe la “prensa libre”, y ¿debe ésta, intervenir como un actor político, o peor todavía al servicio de un sector político, ora vinculado con el gobierno de turno, ora con la oposición política?

Si partimos de los principios de libertad, independencia, objetividad e imparcialidad, y los comparamos con la realidad de las direcciones y tendencias editoriales de las corporaciones vinculadas con el negocio del entretenimiento y la comunicación pública, nos daremos cuenta que existe una evidente contradicción entre los principios que se predican y la práctica real.

La prensa corporativa es un negocio, y por lo mismo, el objetivo principal de esta organización es el lucro económico o la rentabilidad, y es obvio que así sea, pues de lo contrario, no podría mantenerse operando. Esta verdad incuestionable cuestiona y socaba los principios de libertad, independencia, objetiva e imparcialidad. Si a esta certeza añadimos los intereses creados, el sectarismo, y demás características propias de grupos humanos enviciados con la opulencia y el poder, entonces, cualquier posibilidad de virtud es simplemente eclipsada por una condición humana paupérrima.

La prensa libre e independiente es un supuesto virtuoso, solo existe en la idea. Las corporaciones vinculadas con la comunicación social y el entretenimiento son meras instituciones dirigidas por seres humanos; y por lo mismo, el uso que se les dé a esos entes dependerá de la calidad moral de los dueños y directores de esas organizaciones. Se puede decir que la ética editorial de un medio de comunicación ora público ora privado es directamente proporcional a la moral de los dueños o administradores de dicha empresa. Pero incluso, en el caso de que los dueños o gerentes del medio sean honrados y dirijan la empresa mediática éticamente, no podrán librarse de las condiciones de subjetividad y relatividad que limitan las acciones humanas.

Por lo mismo, hablar de prensa libre e independiente, es una utopía, y más que una utopía un mito que se cae a pedazos por la propia práctica desvergonzada desarrollada por la gran mayoría de negocios de la comunicación dispuestos a vender generalmente información tergiversada, mentiras, o verdades a medias con tal de manipular a la Opinión Pública, o con el mercantil interés de ofrecer basura y de esa manera obtener los favores y la atención de una sociedad moral e intelectualmente estacionada en un charco de ignorancia, estolidez  y laxitud.
       

jueves, 11 de julio de 2013

Esnobismo y bullying en el Ecuador del siglo 21.



Una de las cosas que llama la atención en el Ecuador es el esnobismo del que suelen hacer gala los medios de comunicación; esa novelería estrambótica que les incita a copiar todo lo que se vuelve popular en otros países ora de América, ora de Europa. Por ejemplo, ahí tenemos los vulgares, tontos, fútiles y vergonzosos “talk shows”, “reality shows” y ciertos concursos para “sabiondos”, de condición polémica y poco confiable. Lo increíble es que toda esa basura donde generalmente se denigra la condición humana, con la aceptación voluntaria de un grupo de concursantes que evidentemente poco o nada tienen que perder, cuenta con sintonías masivas; es decir a las manadas sociales les encanta observar como los seres humanos se auto-humillan y auto-envilecen o humillan y envilecen a otros seres humanos.

Hace unos meses, decidí encender el televisor a efectos de chequear si había algún programa decente que mirar. Mientras cambiaba de un canal a otro, constatando la pobreza en contenido de las diferentes programaciones, me encontré con un comercial en el que se decía a modo de consigna: "¡basta con el bullying!". En primer momento se me ocurrió que se trataba de una campaña en contra del “salto bungee”. Es decir, en mi vida, y ya tengo 43 años, había escuchado hasta entonces la palabra “bullying”. Me puse a revisar en internet el significado de la pomposa palabra y entonces, conseguí saber que el término era una expresión inglesa que significaba algo así como “acoso escolar”.

Me quedé pensando por unos momentos lo ridículos que son los “dueños de la verdad” que desde los medios de comunicación monopólicos dirigen totalitaria y tendenciosamente la Opinión Pública en general. Cuestioné en mi mente, por qué la campaña en lugar de censurar o rechazar el maltrato a niños y adolescentes en escuelas, colegios y en la propia sociedad, con términos castellanos, como debe ser, pues vivimos en el Ecuador donde se habla castellano, no inglés, ni tampoco suahili, los dueños de la Opinión Pública tradicionalista preferían usar la palabra inglesa “bullying”. 

Resulta patético mirar como la Opinión Pública es fácilmente manipulada por quienes irónicamente tienen la obligación de informarla veraz, clara y objetivamente. Por qué usar una expresión inglesa en lugar de una frase castellana. Nos hace mejores aquello. Será que al hacerlo somos menos “indios”, “mestizos” o “longos”. Por qué esa admiración ridícula por lo que está de moda en otros lugares del orbe.

Otro aspecto que resulta chocante es que los medios de comunicación y quienes están detrás de las campañas contra el llamado “bullying”, apenas se hayan dado cuenta de este fenómeno social, hasta que se puso de moda la expresión inglesa. El maltrato, acoso y abuso que se da generalmente en escuelas y colegios por parte de los tristemente célebres fanfarrones y bravucones contra la población escolar no es de hace un año, ni tampoco una década, se ha dado desde que se instaló la primera escuela y el primero colegio. No es novedad.

Las escuelas y los colegios son pequeñas sociedades, por lo mismo sufren los mismos problemas que se presentan en la sociedad, solo que a niveles menos violentos. Es decir, los maltratos y acosos en escuelas y colegios simplemente son rasgos inequívocos y representativos de la violencia que predomina en la sociedad y en la familia.

Seguramente los amantes del pomposo esnobismo seguirán rasgándose  las vestiduras clamando contra el “bullying”, en un país como el Ecuador donde se habla básicamente castellano y en pequeñas proporciones el quichua, el idioma de los nativos andinos.

miércoles, 10 de julio de 2013

Mundo Subjetivo.




Vivimos en un planeta que no acabamos de entender debido a nuestra humilde condición de simples seres humanos. Nos jactamos de estar a la cabeza de la escala animal solamente porque tenemos la capacidad de depredar los ecosistemas nativos con absoluta impunidad y desgraciada insensibilidad. Hemos creados contratos sociales a través de los cuales hemos limitado, restringido, y perseguido a la Libertad, la Justicia y la Verdad. Matamos a los hombres que a lo largo de la historia humana han predicado la paz y la fraternidad y luego comercializamos y usamos su reputación y enseñanzas de manera demagógica para manipular a las masas ignaras ansiosas de ser entretenidas con circo político barato. Los justos son ignorados, demonizados, perseguidos, o algo peor; mientras los amorales escalan peldaños en la infame escalera del poder mundano.

Vivimos épocas oscurantistas donde el consumismo prevalece, el esnobismo se reproduce, el patrioterismo se idolatra, el mercantilismo se impone y el fascismo triunfa. La gente honrada no consigue trabajo, mientras los viles rastreros son contratados inmediatamente, porque los negocios no desean contar con una nómina de gente decente sino con crápulas dispuestos a encubrir y alcahuetear. El servilismo se ha elevado a niveles de virtud y la lealtad simplemente es un principio casi extinto.
  
Internet que en principio aparecía como la luz al final del túnel, ha terminado constituyéndose, salvo muy honrosas excepciones, en una herramienta proterva del sistema imperante.

Y si embargo, en ocasiones en momentos de desvarío, me cuestiono a mí mismo: ¿tal vez, estoy exigiendo demasiado a la raza humana? Quizá, posiblemente sí. Es decir, miren la historia de la humanidad, saturada de violencia y genocidios. Observen a los referentes de la sociedad, ¿acaso en su mayoría, no son psicópatas enloquecidos por el poder? ¿Alguien alguna vez escuchó hablar de Juanita Merlo Flores, una mujer honrada, honesta y trabajadora que a pesar de vivir en un medio hostil, a fuerza de tenacidad, esfuerzo y trabajo sacó adelante a sus hijos? Seguramente nadie, y eso porque la gente honrada no es popular. Y no es popular porque ser honrado, en un mundo donde la corrupción es considerada el aceite del sistema económico y social, no es "recomendable".

Vivimos en sociedades donde a lo bueno se le dice malo, y a lo malo se lo califica de bueno. Aunque en una misma sociedad, dependiendo de los intereses de unos y otros, lo bueno puede mutar a malo y viceversa, de un minuto a otro, siempre en función de los apetitos sectarios de la jorga oligarca y a las piaras astutas y mediocres.

Deambulamos bajo el imperio totalitario de la subjetividad. Las apreciaciones de un mismo fenómeno se muestran de variopintas maneras dependiendo de la calidad moral, inmoral o amoral del sujeto que relata los hechos. Los que proclaman la libertad y la independencia públicamente, en la práctica son los más desvergonzados esclavos y dependientes de poderes fácticos. Los que dicen defender la democracia, en las oscuridades fangosas, cobardemente, consolidan gobiernos tiránicos. Sí efectivamente, vivimos en un mundo de humo y espejos, donde la falsa realidad cantada por los medios públicos o privados está salpicada por el espectro de los intereses creados. Convivimos en un mundo donde la mayoría se acostumbró a pastar, unos en los potreros abundantes, y otros en los desiertos de hambruna y miseria. Sin duda un orbe complicado, éste, donde lo subjetivo tiraniza.