domingo, 27 de octubre de 2013

Hoy se fue mi amigo.



Hoy en la madrugada murió mi perro, mi amigo, mi compañero. Nos encontramos hace 11 años. Yo deambulaba por el mercado de la ciudad, sin rumbo, solo vagabundeando, quizá buscándolo sentido a esta puta vida; entonces, por un corredor, lo encontré, ahí estaba, un pequeño cachorro, negro azabache. Lo habían colocado en el suelo, pero, apenas podía conservar el equilibrio; sus pequeñas patitas delanteras no le obedecían, se le doblaban hacia los lados haciendo que se vaya de bruces; pero, poniendo fuerza y coraje el pequeño campeón lograba levantarse sosteniéndose de sus muñecas.

Me acerqué y le pregunté a la vendedora que le sucedía al cachorro. Ella me dijo que no lo sabía; y entonces, sin más me dijo, “si quiere lléveselo”. No sé qué, pero, había algo en ese pequeño animalito, que lo hacía especial. Lo tomé del suelo, tan pequeño como era. A simple vista se notaba que había sido separado de su madre demasiado temprano; tampoco era difícil notar que se hallaba raquítico.

Lo llevé a casa. En los días siguientes lo desparasité, lo llevé al veterinario, básicamente para consultar el problema que tenía con sus patitas delanteras. El diagnóstico fue deficiencias de calcio, fruto de la mala alimentación que la madre del cachorro había recibido, pero adicionalmente el pequeño canito había sido destetado anticipadamente. Con la alimentación adecuada y la paciencia del caso el pequeño cachorro fue poco a poco superando sus taras al andar, sus patas delanteras y traseras se pusieron fuertes hasta que finalmente fue capaz de ponerse en pie y correr libremente, convirtiéndose con el tiempo en un pastor de alrededor de 30 kg.

Con dedicatoria, a una perrita que tenía entonces, a la que llamé Ramona, decidí ponerle al cachorro el nombre de Ramón. Y así empezó la historia de: Ramona, Ramón y Yo.

Recuerdo, la ocasión cuando Ramón, por entonces un cachorro de 3 meses me dio haciendo pedazos un billete de 20 dólares, en aquel entonces con un poder adquisitivo comparable al de 100 en la actualidad; o la que vez que lo encontré desbaratando un par de zapatos que apenas tenía una semana de empezar a usar. Pero cómo enojarme con ese hermoso oso negro. Cuántas veces trepamos montañas y cuántas veces hicimos deporte: Ramona, Ramón y Yo.

Pero, la existencia tiene sus inexorables mandatos injustos, crueles, incomprensibles. El hado nos quita lo poco hermoso que llegamos a tener en contraposición con la marea de porquería que nos arroja a borbotones y con la que tenemos que lidiar a diario.

Hace dos años se fue mi Ramona, y hoy se fue mi Ramón. Me siento triste, pero también, confundido. En momentos como estos me siento como un ser a merced de fuerzas violentas, irracionales e insensibles. Mirar a un animalito al que criaste desde pequeño, que te dio lealtad, cariño y que te hizo reír con sus travesuras y juegos, sufriendo por una maldita enfermedad sobre la que no puedes hacer nada, te hace sentir, que el ser humano no es nada.

Lo cierto es que el ciclo natural es una mierda; lo cierto es que el orden natural de las cosas es una mierda. Lo cierto es que las reglas de esta existencia son infames, injustas y dolorosas.

No sé qué pensar, no sé qué decir, solo sé que mi amigo ya no está más conmigo.


    

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