Sin duda que
la idiosincrasia ecuatoriana tiene algunos matices bastante hilarantes,
bolonios y ridículos, características que por cierto, compartimos con la
generalidad de los demás pueblos de la
América Latina. Seguramente más de un ecuatoriano, habrá notado las
folclóricas relaciones antropófagas que se vienen dando desde el inicio del
gobierno de los socialistas bolivarianos entre los aduladores incondicionales
de Rafael Correa y sus encarnizados enemigos, los beneficiarios y seguidores
del conservadurismo tradicionalista.
Desde el
triunfo del socialismo del siglo 21, seis o siete años atrás, quedó claro que el
socialista bolivariano Rafael Correa, actual presidente ecuatoriano, sería el
líder indiscutible de esa tendencia política y por lo mismo, la base fundamental
sobre la que se asienta no solamente el partido Alianza País, sino el propio
gobierno; y así ha sido, sin duda. De
ahí que la controversia política, si se puede llamar así al enfrentamiento
mediático desvergonzado que se ha venido dando entre las fuerzas del
conservadurismo tradicional y el socialismo bolivariano, se haya circunscrito
básicamente ora a defender incondicionalmente a Rafael Correa en el caso de los
seguidores del socialismo del siglo 21, ora a atacar furibundamente en el caso
de los grupos políticos, sociales y mediáticos declarados enemigos, más que del
socialismo bolivariano, de Rafael Correa.
Como es público
el País se he dividido en dos grandes grupos: los seguidores incondicionales
Correa a quienes llamaremos “correístas o correanos”, y los enemigos acérrimos
de Correa a quienes conoceremos como “anti-correístas o anti-correanos”. Aclaremos
que, si bien es notoria esa bipolarización social y política, no necesariamente
significa que no existan personas que rechacen tanto el servilismo de unos,
como la odiosa animadversión de otros; es decir, personas sensatas que
consideran que Correa no es el centro del Universo, sino, un político
ecuatoriano más, que con unos pocos aciertos y muchos desaciertos, está
gobernando el País.
Este
fenómeno político, mediático y social abre la posibilidad a innumerables
análisis; así tenemos: la forma descarada en que tanto medios correístas y
anti-correístas manipulan a la mayoría de la sociedad ecuatoriana; el monopolio
de la Opinión Pública por parte de los medios conservadores privados y socialistas
públicos; el control totalitario de la cultura, precisamente, gracias al
monopolio de los medios conservadores y socialistas; el notorio irrespeto y
menosprecio que los caudillos, oligarcas, burgueses y burócratas dorados, de
uno y otro bando, sienten por la sociedad ecuatoriana; el pleito enfermizo
entre los actores políticos, y sus respectivas hordas de seguidores en las
diferentes campos y niveles mediáticos; la condición paupérrima de una sociedad
que en su generalidad permanece indiferente a una desagradable realidad que lo
afecta directamente, en parte debido a la ignorancia, pero también a una
indolencia irresponsable y cicatera.
Probablemente
en ningún otro ambiente se podrá constatar con tanta amplitud y claridad, las
debilidades, limitaciones, complejos y estolideces mencionadas, que en los
foros y comunidades sociales de Internet. Entre otras razones, por el relativo
anonimato que brindan las reglas del juego en la red virtual, esta
característica permite que la gente se muestre en su verdadera condición. Por
lo mismo, el análisis de las características del enfrentamiento se enfocará
principalmente a la relación entre correístas y anti-correístas en los foros de
Internet.
Para el
desarrollo del comentario y para mejor entendimiento del asunto, voy a
mencionar una anécdota que me sucedió hace cinco o seis años. En ese entonces,
apenas empezaba a navegar en la red, por lo mismo mis concepciones acerca de
internet eran inocentes. La posibilidad de expresar mis opiniones en la red, me
emocionaba; pues aquel derecho se me había negado en los negocios de la
comunicación, de manera que simbólicamente me presentaba como un niño con
juguete nuevo, y en ese apasionamiento
no me percaté de muchas verdades, pero, poco a poco la evidencia me hizo tomar
conciencia de que internet y específicamente los foros de opinión política y
comunidades sociales no eran lo que Yo inicialmente me había imaginado; de
hecho tomé conciencia que Internet, salvo por el acceso a la información y a la
posibilidad de ejercer la libertad de expresión, era una extensión virtual del
mundo real solo que más hipócrita, soez y descarnado.
En aquellos tiempos,
primeros años del gobierno del socialismo bolivariano, se había creado una
página web donde se publicaban principalmente videos de los noticieros de los
medios conservadores privados; obviamente se trataba de una web vinculada
directamente con la tendencia conservadora. En dicho medio no existía filtro de
censura inicial, como sí existen en los medios formales fascistas y
socialistas; es decir, una persona se registraba, escribía su opinión, y de
inmediato, el comentario aparecía directamente en la página; aunque, los dueños
de la web se reservaban el derecho de borrar o censurar las intervenciones, si
así lo consideraban necesario, e incluso eliminar registros. Para esos tiempos,
ya Correa había metido presos a varias personas porque supuestamente habían
insultado a la majestad de la presidencia. Por lo mismo, el ambiente en los foros
estaba caldeado, entre quienes justificaban a Correa y quienes lo criticaban
por tomar aquellas medidas, propias de juez inexorable. En tales
circunstancias, recuerdo haber ingresado a la web conservadora; encontrándome
con una noticia que mencionaba, cómo Correa había ordenado la prisión de un
ecuatoriano porque supuestamente lo había ofendido. Procedí a comentar la
noticia señalando que en mi opinión Correa no tenía derecho de encarcelar a
alguien solo porque se imaginaba que lo había visto feo. En la tarde, volví a
ingresar en aquel post, y me encontré con que varios correístas, encubiertos por
el anonimato de un seudónimo, convertidos en verdaderos energúmenos, defendían
servilmente a Correa, al tiempo que dirigían contra mí, sus socialistas
insultos sin el menor pudor, e injustamente me vinculaban con los caudillos de
la oposición conservadora y de la vieja partidocracia; es decir, tácitamente me
calificaban de “anti-correísta”. Irónicamente, la jorga de patanes que se
quejaban por los insultos que supuestamente recibía Correa, no escatimaban en
injurias contra alguien que se limita a decir, civilizadamente, lo que pensaba
sobre un tema público.
Quizá una
semana o un mes después, volví a ingresar a esa web y me encontré con una
novedad. Los dueños de la página habían subido el video de un presentador de
noticias de un canal conservador, uno de los medios más viejos del país, personaje
famoso por la manera gritona en que suele expresar sus comentarios. En dicho
video el mencionado sujeto criticaba ciertos abusos de los socialistas
bolivarianos, dando a entender que poco o nada se diferenciaban de los
políticos corruptos de la tradicional partidocracia. Ciertamente existían
pruebas que demostraban que la crítica tenía asidero. Pero, entonces, recordé que
este caballero tenía un programa de opinión los domingos, en los que ofrecía
una biografía muy sucinta de uno u otro político, presentándolos como si fueran
excelsos prohombres, cuyo único interés era sacrificarse por la patria. De
inmediato cuestioné como este caballero que entre semana mandaba al diablo a la
partidocracia, los domingos, en cambio, presentaba a los infaustos políticos,
comunes y corrientes, como si fueran angelitos inocentes. Consideré necesario
plantear mi protesta y por lo mismo, escribí un comentario que dejé impreso en
aquel post de esa web. En la tarde volví a entrar al medio, como para constatar
cierta tesis que tenía, que en efecto comprobé. Los anti-correístas se habían
desgañitado en insultos, vejámenes y descalificativos contra mí; simplemente
por haber cuestionado la hipocresía de ese presentador de noticias
anti-correísta. Mientras, Yo, un simple civil que se atrevió a cuestionar las
veleidades de la condición humana era injuriado y tachado de “correísta”, por
la chusma curuchupa, aquel personaje pintoresco era elevado a las alturas desde
donde supuestamente juzgaba imparcialmente cual infalible querubín. Poco tiempo
después dejé de frecuentar esos ambientes infectos por obvias.
Interesantemente,
un par de años después, me enteré que este presentador de noticias, que en
ocasiones criticaba a la arcaica y caduca partidocracia conservadora y la
comparaba con la partidocracia del socialismo bolivariano, había sido un alto
funcionario de un gobierno conservador, más específicamente un embajador.
Entonces, cuestioné como este caballero que había sido embajador gracias a la
partidocracia, años después se atrevía a criticar al mismo sistema gracias al
cual había llegado a ostentar un elevado cargo funcionario público. Este
personaje censuraba a la misma partidocracia que había tenido la generosidad de
nombrarle embajador. Una conducta hipócrita y mal agradecida, definitivamente.
La anécdota
que refiero demuestra, más que la indigencia intelectual que cunde en parte de
la sociedad ecuatoriana debido en gran medida a un sistema educativo fatuo,
represor y terrorista, una descarada pobreza moral. Si se considera que los
seguidores correanos y anti-correanos responden incondicionalmente a las
actitudes, intereses, consignas y tendencias de sus respectivos dueños,
caudillos y capataces; entonces se entiende por qué predomina en los ambientes
reales y virtuales ese infame maniqueísmo, ese sectarismo grotesco y esa
campaña por ensuciar la verdad y calumniar a quien se atreva a expresar sus
opiniones libremente. Los referentes son el ejemplo a seguir para sus
respectivas manadas; y los siguen servilmente, aunque eso implique aceptar una
conducta reñida con la sana moral y las buenas costumbres.
Si defiendes
todo lo que haga el Gobierno de Correa eres adulado por las manadas del
socialismo bolivariano; en cambio, si atacas todo lo que haga Correa,
independientemente de que haya tomado alguna decisión acertada, serás adulado
por el anti-correísmo. Pero, si te atreves a decir lo que piensas, no te
sorprendas, si alternativamente, o al mismo tiempo, eres calumniado por
correanos y anti-correanos. Uno y otro bando, en su momento, dependiendo de sus
intereses cicateros colocan en el mismo saco a griegos y troyanos. La verdad
para correanos y anti-correanos no tiene importancia, lo único que interesa es
defender su causa mezquina.
Dudo mucho
que las personas que controlan los medios públicos y privados, correístas o
anti-correístas, estén dispuestos a enrumbar la Opinión Pública por el camino
de la sensatez, y la Cultura por los senderos de la meditación; si no lo
hicieron antes, no lo harán hoy, ni tampoco mañana. De los editorialistas,
dizque, libres e independientes, olvidémonos porque esos caballeros facturan
por decir lo que se espera que digan. Entonces, los únicos que quedan son los
ecuatorianos, es decir, ustedes, el pueblo común y corriente, son los
ecuatorianos los que tienen que decidir qué mismo son o quieren ser: meros
seguidores de dos tendencias antagónicas, masas sociales autómatas y uniformes
dispuestas a ser manipuladas, o ciudadanos que merecen ser tratados con respeto
y dignidad. Una vez más he de decir que El Pueblo tiene la palabra.